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Descubriendo el Tesoro Oculto de los Indígenas Bribri: Un Encuentro Auténtico con la Cultura.

Foto del escritor: Danny LayanDanny Layan


No importa el maíz del que fuimos creados", afirmaba Natalia Gabb, una mujer indígena bribrí, mientras nos reuníamos en su usure, un tradicional rancho cónico donde su pueblo se congrega para resolver problemas y recibir atención de curanderos y sabios. En su casa, ubicada en la localidad de Körbita, en el cantón de Talamanca de Costa Rica, no importa si eres indígena o no; Natalia Gabb te da la bienvenida con los brazos abiertos.

Natalia es una de las últimas representantes de su cultura que aún conserva viva esta tradición ancestral. Sin embargo, no puede evitar lamentar cómo muchos otros indígenas han ido perdiendo gradualmente los rasgos que los identifican con su propia cultura.


"Tienen buenas casas, ya no viven en el suelo. No lo entiendo", dice con cierto desencanto.

La casa de Natalia se ha convertido en un destino obligado para aquellos que visitan Körbita, ya que ofrece una oportunidad para sumergirse en el pasado de un pueblo que forma parte importante de la historia de Costa Rica. En medio de la pobreza material que caracteriza el lugar, Natalia ha encontrado la riqueza en su espíritu.

A pesar de haber nacido y crecido en Talamanca, Natalia es descendiente de un paleontólogo estadounidense, William More Gabb, que vivió durante algunos años en Costa Rica. Aunque nunca ha visitado Estados Unidos y ha tenido pocas ocasiones de explorar la capital, San José, Natalia se ha arraigado profundamente en su tierra natal.




Sus primeros años estuvieron marcados por la pobreza. "Empecé a ir a la escuela a los siete años, pero a los doce abandoné y no terminé el sexto grado. Más tarde, cuando ya era mayor, logré completarlo", cuenta con nostalgia. "Crecí en la pobreza. No teníamos mucha ropa y andábamos descalzos. Hasta hace poco, apenas pudimos permitirnos tener zapatos".

En aquellos tiempos, no había muchas casas en la comunidad y la gente compartía lo que tenía: cosechas, carne y otros productos. "Eso es lo que significa vivir bien. Hoy en día, ¿quién te regala algo? Todos somos mezquinos. La gente, los mayores, no comprende la verdadera generosidad", señala con un tono cordial pero sin ocultar su severidad.

En el pueblo, Natalia es conocida por haber trabajado durante muchos años como cocinera en una escuela. Se ganó el cariño de muchas personas y, hasta el día de hoy, los hijos de aquellos que alguna vez compartieron comidas con ella visitan su casa, donde ella los atiende de la misma manera. "Son niños pequeños que viven en las montañas, y en Navidad, cuando no reciben nada, Natalia se encarga de criar cerdos y gallinas. Aprendió a hacer pan, y organiza una gran fiesta para ellos aquí", cuenta con orgullo.

Además, Natalia se ha convertido en una defensora de la cultura bribrí y en una guardiana de la historia de su pueblo.

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